Las personas con incongruencia de género (transgénero o trans) son aquellas en que su identidad de género (masculina, femenina o no binario), difiere del sexo físico o asignado al nacer. De esta forma, una mujer trans es aquella con sexo masculino asignado al nacer, pero con una identidad de género femenina, mientras que un hombre trans es aquel con sexo femenino asignado al nacer, pero con una identidad de género masculino. La incongruencia de género habitualmente se inicia en la infancia, y puede asociase a confusión, malestar y angustia importantes (disforia), que tiende a aumentar durante pubertad por los cambios físicos que acentúan el aspecto femenino o masculino.

El apoyo de un equipo de salud multidisciplinario para las personas trans se basa en tres pilares principales: apoyo psicológico, manejo hormonal e intervenciones quirúrgicas.

El tratamiento hormonal comprende dos aspectos:

a) Supresión farmacológica del funcionamiento de las gónadas (testículos y ovarios), que permite detener la pubertad y evitar la producción de las propias hormonas sexuales, permitiendo, por ejemplo, evitar flujo menstrual que cause mucha angustia en un hombre trans. Es una intervención que es reversible.
b) Terapia hormonal cruzada (THC), que consiste en la administración de las hormonas sexuales para realizar una transición a un aspecto físico acorde al cual la persona se identifica.

De esta forma, una mujer trans recibirá estrógenos asociados a anti-andrógenos, mientras que un hombre trans recibirá testosterona. Los cambios físicos son, en su mayoría, irreversibles a largo plazo, por lo que habitualmente se inicia desde los 16 años (según la madurez psicológica y otros factores). Dado que tiene potenciales efectos adversos, es muy importante la supervisión de endocrinólogos entrenados en el área.