Son tumores benignos de la hipófisis que producen una hormona llamada prolactina. Esta hormona tiene como principal función la estimulación de la mama para la producción de leche materna y disminuir la acción de las hormonas del ovario y testículos. El exceso de esta hormona puede provocar secreción mamaria de fluido similar a la leche, infertilidad, alteraciones menstruales en mujeres y disminución del deseo sexual y disfunción eréctil (o hipogonadismo) en hombres. En la gran mayoría de los casos el tratamiento consiste en la administración de un medicamento que controla la producción de la hormona y el tamaño del mismo.
Los prolactinomas son los tumores benignos de la hipófisis más frecuentes. Su diagnóstico se realiza con la identificación de niveles elevados de prolactina en sangre y descartando otras causas de hiperprolactinemia, además de la identificación de un adenoma en resonancia magnética. El tratamiento de los prolactinomas tiene varios objetivos:
La gran mayoría de los pacientes NO REQUIERE CIRUGÍA, ya que el tratamiento con fármacos es capaz de lograr los objetivos antes mencionados.
La acromegalia es una enfermedad infrecuente caracterizada por la presencia de un adenoma hipofisario productor de hormona de crecimiento (GH). En niños, el exceso de GH produce estatura muy alta. En adultos, produce el crecimiento de estructuras óseas como huesos de la cara, manos y pies, además de trastornos metabólicos como alteraciones en los niveles de azúcar en sangre, apnea del sueño, hipertensión arterial y cardiopatía, aparición de nódulos tiroideos o pólipos en el colon. El diagnóstico clínico habitualmente es tardío, ya que los cambios son muy graduales y pueden pasar desapercibidos por algunos años. Su tratamiento es principalmente quirúrgico.
Para el diagnóstico de acromegalia se realizan exámenes de sangre que confirman la presencia de exceso de hormona de crecimiento: la elevación de una proteína hepática dependiente de la acción de GH como la somatomedina (IGF-1), y los niveles de GH tras la administración de una sobrecarga glucosa. Además, se debe realizar una resonancia magnética que identifica el adenoma. Dentro de los síntomas más frecuentes se encuentran cambios faciales como engrosamiento de la nariz, aumento de prominencias óseas en cejas, separación de los dientes, entre otros. Además, crecimiento de las manos y de los pies (habitualmente, imposibilidad de uso de anillos y/o cambio de talla de zapatos progresivo), apneas del sueño (aumento de ronquidos y pausas en la respiración durante la noche), acné y trastornos menstruales, y alteración del metabolismo del azúcar como resistencia a insulina, diabetes, y de la presión arterial.
El tratamiento principal es la extirpación quirúrgica del adenoma por un neurocirujano experto y, en casos en que no se logre controlar la enfermedad, se utilizan fármacos y/o radiocirugía, que permiten el control de la producción hormonal y del tamaño del mismo. Como es una enfermedad poco frecuente, las decisiones terapéuticas deben ser tomadas por equipos especializados en el área.
La Enfermedad de Cushing corresponde a la presencia de un adenoma en la hipófisis que produce un exceso de la hormona adrenocorticotrofina (ACTH), que estimula persistentemente la liberación de cortisol por parte de las suprarrenales. El cortisol producido en exceso puede provocar cambios físicos como aumento de la grasa abdominal y facial, enrojecimiento de la cara, aparición de estrías rojas en abdomen, tórax y extremidades, alza de peso significativa y progresiva, trastornos del azúcar y la presión arterial, y síntomas psiquiátricos como trastornos del ánimo, ansiedad e insomnio. El diagnóstico se realiza mediante la medición de un exceso patológico de cortisol en orina de 24 horas, en saliva nocturna o la elevación en sangre tras la administración de fármacos específicos, y se confirma su origen con la identificación de un adenoma en resonancia magnética de la hipófisis. El tratamiento es habitualmente quirúrgico por un neurocirujano experto.
La Enfermedad de Cushing es una condición infrecuente pero que puede provocar alteraciones en muchos órganos. Su diagnóstico es complejo, por varias razones, que hacen necesaria la interacción de un equipo multidisciplinario para confirmarlo:
El tratamiento principal es la extirpación quirúrgica del adenoma por un neurocirujano experto y, en casos en que no se logre controlar la enfermedad, el uso de fármacos y/o radiocirugía con el objetivo de controlar el exceso de cortisol. Sin embargo, en los casos en que tampoco esto sea efectivo, puede ser necesario la extirpación de ambas suprarrenales. Como es una enfermedad poco frecuente, las decisiones terapéuticas deben ser tomadas por equipos especializados en el área.
La glándula hipófisis es la encargada de regular la producción hormonal de múltiples órganos endocrinos, como la tiroides, las suprarrenales, los ovarios y los testículos. La presencia de tumores, fármacos que la afectan o de inflamación o infarto de la hipófisis pueden provocar una disminución en su producción hormonal o hipopituitarismo, y con ello, el menor funcionamiento de las glándulas que dependen de ella. Se presenta clínicamente con síntomas sugerentes de hipotiroidismo, hipogonadismo o insuficiencia suprarrenal, entre otros (ver secciones específicas dedicadas a estos temas individuales). El diagnóstico se realiza objetivando la deficiencia de las hormonas hipofisarias y de las glándulas que dependen de ella a través de exámenes de laboratorio, y, muchas veces, con una resonancia magnética para identificar la causa. El tratamiento corresponde a la sustitución hormonal y al tratamiento de la causa (como cirugía de hipófisis o uso de fármacos específicos).
Las manifestaciones del hipopituitarismo dependerán de la hormona afectada:
Algunos tumores de la hipófisis requieren de la realización de cirugía para su resolución. Esta cirugía en la mayoría de los casos es realizada por vía “transesfenoidal”, es decir, a través de las fosas nasales. Un neurocirujano experto es capaz de acceder a la hipófisis desde la fosa nasal mediante instrumental muy especializado, logrando extraer los tumores en un alto porcentaje de los casos. Como toda cirugía, ésta no está exenta de efectos adversos que deben ser monitorizados estrictamente en los días posteriores al procedimiento. El trabajo en conjunto por un equipo multidisciplinario son claves en el manejo óptimo de estas complicaciones.
Dentro de las complicaciones de la cirugía transesfenoidal se encuentran: