La acromegalia es una enfermedad infrecuente caracterizada por la presencia de un adenoma hipofisario productor de hormona de crecimiento (GH). En niños, el exceso de GH produce estatura muy alta. En adultos, produce el crecimiento de estructuras óseas como huesos de la cara, manos y pies, además de trastornos metabólicos como alteraciones en los niveles de azúcar en sangre, apnea del sueño, hipertensión arterial y cardiopatía, aparición de nódulos tiroideos o pólipos en el colon. El diagnóstico clínico habitualmente es tardío, ya que los cambios son muy graduales y pueden pasar desapercibidos por algunos años. Su tratamiento es principalmente quirúrgico.
Para el diagnóstico de acromegalia se realizan exámenes de sangre que confirman la presencia de exceso de hormona de crecimiento: la elevación de una proteína hepática dependiente de la acción de GH como la somatomedina (IGF-1), y los niveles de GH tras la administración de una sobrecarga glucosa. Además, se debe realizar una resonancia magnética que identifica el adenoma. Dentro de los síntomas más frecuentes se encuentran cambios faciales como engrosamiento de la nariz, aumento de prominencias óseas en cejas, separación de los dientes, entre otros. Además, crecimiento de las manos y de los pies (habitualmente, imposibilidad de uso de anillos y/o cambio de talla de zapatos progresivo), apneas del sueño (aumento de ronquidos y pausas en la respiración durante la noche), acné y trastornos menstruales, y alteración del metabolismo del azúcar como resistencia a insulina, diabetes, y de la presión arterial.
El tratamiento principal es la extirpación quirúrgica del adenoma por un neurocirujano experto y, en casos en que no se logre controlar la enfermedad, se utilizan fármacos y/o radiocirugía, que permiten el control de la producción hormonal y del tamaño del mismo. Como es una enfermedad poco frecuente, las decisiones terapéuticas deben ser tomadas por equipos especializados en el área.