La Enfermedad de Cushing corresponde a la presencia de un adenoma en la hipófisis que produce un exceso de la hormona adrenocorticotrofina (ACTH), que estimula persistentemente la liberación de cortisol por parte de las suprarrenales. El cortisol producido en exceso puede provocar cambios físicos como aumento de la grasa abdominal y facial, enrojecimiento de la cara, aparición de estrías rojas en abdomen, tórax y extremidades, alza de peso significativa y progresiva, trastornos del azúcar y la presión arterial, y síntomas psiquiátricos como trastornos del ánimo, ansiedad e insomnio. El diagnóstico se realiza mediante la medición de un exceso patológico de cortisol en orina de 24 horas, en saliva nocturna o la elevación en sangre tras la administración de fármacos específicos, y se confirma su origen con la identificación de un adenoma en resonancia magnética de la hipófisis. El tratamiento es habitualmente quirúrgico por un neurocirujano experto.
La Enfermedad de Cushing es una condición infrecuente pero que puede provocar alteraciones en muchos órganos. Su diagnóstico es complejo, por varias razones, que hacen necesaria la interacción de un equipo multidisciplinario para confirmarlo:
El tratamiento principal es la extirpación quirúrgica del adenoma por un neurocirujano experto y, en casos en que no se logre controlar la enfermedad, el uso de fármacos y/o radiocirugía con el objetivo de controlar el exceso de cortisol. Sin embargo, en los casos en que tampoco esto sea efectivo, puede ser necesario la extirpación de ambas suprarrenales. Como es una enfermedad poco frecuente, las decisiones terapéuticas deben ser tomadas por equipos especializados en el área.