La hipofosfemia es la disminución de los niveles sanguíneos de fósforo. La disminución del fósforo determina que los huesos no se mineralicen adecuadamente y que los músculos no se contraigan en forma normal. Las causas de hipofosfemia incluyen incapacidad del intestino de absorber fósforo y perdidas excesivas urinarias de fósforo. Los síntomas de hipofosfemia son debilidad muscular, dolores óseos, arqueamiento de los huesos y mayor riesgo de fracturas. El tratamiento se basa en corregir las causas subyacentes y, en aquellos casos que no sea posible, aportar fósforo y vitamina D activada.
La disminución del fosforo circulante determina que los huesos no se mineralicen adecuadamente. Si esto se produce en la infancia llevara a un raquitismo, con alteración del crecimiento (talla baja) y deformidad de los huesos como arqueamientos de huesos largos y desviaciones de éstos como genu varo/valgo. En la adultez se manifestará como osteomalacia, con dolores óseos y mayor riesgo de fracturas. La falta de fósforo también lleva a que los músculos no se contraigan en forma normal. En resumen, los síntomas de hipofosfemia son debilidad muscular, dolores óseos, arqueamiento de los huesos largos y mayor riesgo de fracturas.
Las causas de hipofosfemia incluyen condiciones de disminución aguda del fósforo en pacientes con otras enfermedades como la diabetes. Estas, en general, se corrigen rápidamente y no presentan complicaciones de largo plazo.
Las causas de hipofosfemia crónicas son:
El tratamiento se basa en corregir las causas subyacentes y, en aquellos casos que no sea posible, aportar fósforo y vitamina D activada. Se debe monitorizar continuamente el tratamiento de manera de evitar la aparición de cálculos renales y de elevación de la hormona paratiroidea.